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domingo, 10 de febrero de 2013
TÉCNICAS DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA EL ANÁLISIS DE MODELOS VIRTUALES DE REALIDADES ARQUEOLÓGICAS
12:22
| Posted by
Lourdes G. Cerezuela
|
La Arqueología Virtual, al estar basada en la tecnología aplicada a la percepción debiera contribuir a poner el énfasis en la cuantificación de la percepción, tomando en consideración medidas topológicas: vértices, aristas, caras, así como la composición material y la apariencia visual, todo de manera integrada y explícitamente objetiva, esto es, instrumentalizada y formalizada. | Juan Antonio Barceló
OBJETIVOS:
Primer contacto con las técnicas de Inteligencia Artificial a través de la forma y textura, profundizando en el tema de la "función", entenciendo como tal la manera en que las evidencias materiales fueron producidas y usadas en el pasado. Conocer los métodos de clasificación no-lineal y profundizar en el enfoque basado en inferencia inversa y simulación, donde simulacros virtuales de los objetos arqueológicos son “usados” en un entorno virtual con el fin de obtener sus propiedades físicas y mecánicas y entender cómo la forma y el tamaño pueden condicionar y en ocasiones determinar la función que tuvieron en el pasado.
REFLEXIÓN:
Este tema a pesar de formar parte del Bloque I es extenso y contiene una gran cantidad de conceptos. Personalmente ha sido una lectura densa y difícil de comprender en algunos aspectos, (matemáticos, filosóficos, psicológicos, biológicos...). La parte más interesante y clara es la correspondiente al tema 2: técnicas de IA para "ver" y "tocar" mejor: tipos de medidas, identificación de la forma, medición de la textura, información no visual.
DOCUMENTOS:
A pesar de la complejidad del tema, la documentación a entregar esta semana ha sido relativamente sencilla y se podía resolver sin ningún problema a partir de la documentación aportada. La prueba ha sido particularmente útil en la parte de preguntas cortas para sintetizar el tema y ayudar a extraer los conceptos más importantes para Patrimonio. La pregunta de desarrollo ha sido un ejercicio práctico jpara determinar la estructura física, intencionalidad, situación, acción e historia de usao de un objeto arqueológico del que personalmente no he encontrado mucha información útil y relevante para el ejercico.
En cuanto a la práctica, ha constado de una serie de ejercicios amenos y sencillos, especialmente interesante la comparación entre el método de investigación arqueológica y el método de investigación policial o creiminalístico. Además me ha servido para explorar en la red y encontrar algún objeto interesante que desconocía o no recordaba como: el Mecanismo de Anticitera. Se trata de un objeto que se cree es un artefacto mecánico primitivo. Fue descubierto en los restos de un naufragio cerca de la isla griega de Anticitera, entre Citera y Creta, y se cree que data del 87 a.C. He realizado el siguiente análisis, pero he de decir que no estoy segura de la correcta asignación de las relaciones causales dada la complejidad del objeto:
A pesar de la complejidad del tema, la documentación a entregar esta semana ha sido relativamente sencilla y se podía resolver sin ningún problema a partir de la documentación aportada. La prueba ha sido particularmente útil en la parte de preguntas cortas para sintetizar el tema y ayudar a extraer los conceptos más importantes para Patrimonio. La pregunta de desarrollo ha sido un ejercicio práctico jpara determinar la estructura física, intencionalidad, situación, acción e historia de usao de un objeto arqueológico del que personalmente no he encontrado mucha información útil y relevante para el ejercico.
En cuanto a la práctica, ha constado de una serie de ejercicios amenos y sencillos, especialmente interesante la comparación entre el método de investigación arqueológica y el método de investigación policial o creiminalístico. Además me ha servido para explorar en la red y encontrar algún objeto interesante que desconocía o no recordaba como: el Mecanismo de Anticitera. Se trata de un objeto que se cree es un artefacto mecánico primitivo. Fue descubierto en los restos de un naufragio cerca de la isla griega de Anticitera, entre Citera y Creta, y se cree que data del 87 a.C. He realizado el siguiente análisis, pero he de decir que no estoy segura de la correcta asignación de las relaciones causales dada la complejidad del objeto:
- INPUTS: Ajustar de forma manual una fecha concreta.
- OUTPUTS: Calcular la posición de los cuerpos celestes, (sol, luna y los cinco planetas conocidos entonces). Concretamente parece que se usaba para fijar la fecha exacta de los Juegos Olímpicos.
- ESTADOS: Posición de los engranajes diferenciales.
- PRIMERA RELACIÓN CAUSAL: Se giraba la manivela y se movían las tres agujas de su esfera frontal. Una indicaba la fecha exacta, otra para indicar la posición del Sol y la Luna respecto a los signos zodiacales helénicos y otra para indicar mostrar las fases de la luna.
- SEGUNDA RELACIÓN CAUSAL: Se giraba la manivela y se movían las dos esferas posteriores, llamadas “alta” y “baja”. La alta servía para crear y ajustar calendarios lunisolares con gran facilidad. Es decir, se podía establecer un calendario en cualquier lugar en cuestión de horas. Y la baja predecía los eclipses con bastante exactitud, además del ciclo calípico, con sus cuatro juegos panhelénicos, (incluída la Olimpiada), más otros dos de menos importancia.
MATERIA APRENDIDA:
- Forma y textura de un objeto arqueológico.
- Cómo crear modelos geométricos que formalicen y cuantifiquen tanto forma como los distintos componentes, ya visuales, ya táctiles de la textura.
- Entender la finalidad de uso de esta información.
- Identifican problemas arqueológicos que sólo se pueden resolver mediante una formalización y cuantificación estricta de la forma y la textura de las evidencias materiales de la acción humana en el pasado.
REPRODUCCIÓN:
En este apartado voy a continuar con con un fantástico post que he encontrado del Mecanismo de Anticitera, dada la fascinación que me ha producido:
La computadora de Anticitera
Yuri, el 5 de marzo de 2011 @ 12:30
· Categoría: Ciencia popular, Historia y cultura
Restos del naufragio de Anticitera: un fragmento del casco, construido en madera de olmo con tecnología romana, y diversos trozos de cerámica entre los que se distingue el cuello de un ánfora del siglo I a.C. Imagen obtenida a 52 m. de profundidad por miembros del Instituto Egeo, operando desde el barco Calypso del comandante Cousteau, en 1975. Foto: Aegean Institute (Clic para ampliar)
En octubre de 1900, casi veinte siglos después, un grupo de recolectores de esponjas al mando del capitán Dimitrios Kondos andaba faenando en el lugar mientras esperaban a que se disipara una fuerte tormenta que se interponía en su regreso a casa. Uno de los buceadores, Elías Stadiatos, regresó de su inmersión hablando despavorido sobre cuerpos de hombres y animales pudriéndose en el fondo. Pensando que Elías deliraba por sufrir borrachera de las profundidades, el capitán Kondos bajó a comprobarlo. Así hallaron el pecio, o lo que quedaba de él, a unos sesenta metros de profundidad. Contenía ánforas, estatuas de mármol y cobre, cerámica grecorromana y una diversidad de utensilios corrientes en los buques del último siglo antes de nuestra era. Basándose en los restos encontrados, incluyendo algunas monedas pergamenses del 86 – 67 y efesias atribuidas al periodo 70 – 60, los arqueólogos concluyen que el naufragio tuvo que suceder entre el 85 y el 60 aC. Si fuera anterior, estas monedas no deberían estar presentes; si fuera posterior, habría objetos más tardíos con toda probabilidad.
Algunos historiadores creen que pudo tratarse de uno de los barcos que transportaban a Roma el botín obtenido por Sila durante la Primera Guerra Mitridática; al parecer hay un texto de Luciano de Samosata, dos siglos y medio posterior, que menciona la pérdida de uno de estos navíos. Obviamente, esto no pasa de ser un tiro lejano. No es sólo el tiempo transcurrido entre el suceso y el comentario de Luciano: es que el Mediterráneo Oriental es uno de los primeros mares de la civilización y el paso entre Citera, Anticitera y Creta ha sido surcado por incontables navíos desde tiempos muy antiguos. Antes de que llegaran las tecnologías de navegación modernas, muchos de ellos naufragaban por mil motivos diferentes; aún sigue ocurriendo de vez en cuando, aunque muchísimo menos. Pero durante milenios, las costas mediterráneas han estado plagadas de viudas espectrales mirando eternamente al mar, a la espera de sus incontables esposos e hijos perdidos que no volvieron jamás.
El extraño cargamento
La carga del barco hundido estaba fundamentalmente compuesta por copias de estatuas y otras que parecen ser más originales, entre las que se encuentra la cabeza del filósofo, la representación de un niño, el efebo de Anticitera, un lanzador de disco, un Hércules, un toro de mármol y una lira de bronce. Eran artículos probablemente valiosos (también) en su tiempo, por lo que muchos piensan que se trataba de una especie de barco del tesoro; choca entonces que eligieran un navío tan viejuno para el transporte. Otros sugieren que podía tratarse de una carga comercial relativamente corriente en un periodo de gran esplendor, desplazada en uno más de los barcos que surcaban aquellos mares, aunque la carga parece más importante que eso. E incluso un buque capturado por los piratas donde se hubiese reunido el botín obtenido en varios navíos. De nuevo, todo es posible, o cualquier otra cosa; simplemente hace demasiado tiempo y la memoria se ha perdido.
Mapa clásico del naufragio de Anticitera, sucedido alrededor del 85 - 60 aC en los pasos entre el mar Crético y el Jónico. Se encuentra en el corazón de las rutas marítimas entre el mundo griego y el romano, muy frecuentadas entonces y ahora. Se supone que el buque, viejo y sobrecargado, podría haber estado haciendo el recorrido de Atenas o Pérgamo a Roma; en realidad, no se sabe a ciencia cierta. (Clic para ampliar)
Sin embargo, entre los restos sumergidos se encontró también algo distinto. Algo francamente extraño. Estaba tan deteriorado por tanto tiempo bajo el mar que al principio no hizo más que levantar alguna ceja, empezando por la de su descubridor, el arqueólogo Valerios Stais (1902). Lo que Valerios recuperó del fondo, murmurando aquello de “¡qué curioso…!”, era una especie de mecanismo construido en bronce y compuesto por treinta engranajes. El bronce fue el primer gran metal de la civilización, una aleación de cobre con estaño menos dura pero también menos quebradiza que el hierro; al quedar expuesto a la intemperie sólo se oxida en una capa de su superficie y así es capaz de resistir la corrosión (incluyendo la marina) incluso mejor que los aceros sencillos. Si hubiera sido fabricado con hierro, se habría desvanecido en las sombras del Mediterráneo y de la historia mucho tiempo atrás.
Durante las siguientes décadas, se recuperaron un total de ochenta y tres fragmentos correspondientes a este objeto (82 según otras fuentes). Cabe dividirlos en una pieza central o mecanismo principal, cinco o seis secundarias y el resto terciarias, muchas de ellas poco más que esquirlas. Si quisieras verlo en persona, se conserva actualmente en la Colección del Bronce del Museo Arqueológico Nacional de Atenas. El conjunto mide treinta centímetros de alto, quince de largo y siete y medio de profundidad. Estaba dispuesto originalmente en una caja de madera de unos 34 x 18 x 9 cm, con puertas o tapas delanteras y traseras, así como inscripciones cubriendo la mayor parte del mecanismo. La caja y los paneles anterior y posterior quedaron aplastados por los restos del naufragio que tenían encima, y probablemente el mecanismo en sí se rompió también por este motivo, pero las inserciones calcáreas protegieron los restos durante todo este tiempo.
Esquema de Al-Biruni para un calendario lunisolar de ocho engranajes (996 dC). El mecanismo de Antiquitera, casi once siglos antes, presenta treinta, contaba con al menos 35 y puede que hasta 72. Imagen: Wikimedia Commons.
La pieza que suele concentrar todo el interés, lógicamente, es el mecanismo principal que conserva veintisiete de los treinta engranajes; pero todas resultan esenciales para comprenderlo. De manera muy notable, en algunas de las secundarias se hallan inscritos unos tres mil caracteres griegos habitualmente denominados el manual de instrucciones; se estima que en el objeto completo había de diez a veinte mil.
En otros fragmentos se observan finísimas marcaciones angulares milimétricas correspondientes a alguna clase de instrumento geométrico. Y todas ellas son testigos enigmáticos de un instante asombroso de la Antigüedad en el que alguien fue capaz de crear una sofisticada máquina cuyo grado de complejidad y perfección mecánica no surgiría otra vez hasta el siglo XIV europeo, mil cuatrocientos puñeteros años después. Su grado de miniaturización es aún más asombroso: pocas veces se vuelve a ver hasta la Edad Moderna. Observa esta belleza y recuerda que estamos hablando de un objeto anterior a nuestra era:
Microescalas angulares múltiples en el fragmento C, vista frontal del mecanismo de Anticitera, tal como se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Imagen: Wikimedia Commons.
Así, no es extraño –y hasta se me antoja disculpable, aunque sólo sea por una vez– que los magufillos le añadan su dosis habitual de exageraciones y lo consideren un oopart creado por extraterrestres o atlantes o viajeros en el tiempo o cosas así. Nosotros, en cambio, intentaremos una aproximación más científica e histórica: no es preciso irse al mundillo de los enigmas a saldo para valorar en su justa medida un objeto verdaderamente enigmático, verdaderamente asombroso y verdaderamente extraordinario como el mecanismo de Anticitera. En la opinión de este que te escribe, nos encontramos ante el objeto más portentoso de la Antigüedad, una manifestación suprema del conocimiento perdido con la destrucción de las grandes bibliotecas del pasado. Como, por ejemplo, la Biblioteca de Alejandría.
Mecanismo de Anticitera, fragmento A (mecanismo principal), vista frontal, tal como se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Imagen:. Wikimedia Commons. (Clic para ampliar)
La verdad es que visto así y después de tirarse dos mil años bajo el agua, no parece gran cosa. Es raro, ¿verdad? Ahora, vamos a hacerle una radiografía para empezar a comprender lo que se oculta en su interior:
Radiografía del fragmento A del mecanismo de Anticitera. © 2005 Antikythera Mechanism Research Project. (Clic para ampliar)
O mejor aún, un escáner de rayos X:
Cuatro "cortes" o "lonchas" del interior del mecanismo de Anticitera (fragmento A) obtenidos mediante tomografía computerizada de rayos X para el AMRP. © 2005 Antikythera Mechanism Research Project. (Clic para ampliar)
Sí. Es lo que parece: un complejo mecanismo de relojería, creado 1.200 años antes de que se desarrollaran los primeros relojes puramente mecánicos en Al-Ándalus. Sólo hay un pequeño problema: el mecanismo de Anticitera es mucho, muchísimo más que un simple reloj. Vamos allá.
El objeto
Aunque el mecanismo de Anticitera conserva treinta de sus engranajes (27 en el mecanismo principal del fragmento A y tres en los fragmentos B, C y D), los especialistas coinciden en que para tener sentido mecánico debía contar al menos treinta y cuatro y posiblemente treinta y cinco; los últimos cuatro o cinco se habrían perdido a consecuencia del naufragio y el tiempo. Algunos autores elevan la cifra, proponiendo mecanismos más complejos aún, hasta un máximo de setenta y dos. Están dispuestos en trenes compuestos; durante un tiempo se pensó incluso que podía contener engranajes diferenciales (como en los analizadores diferenciales) para calcular las fases de la luna, aunque parece que esta hipótesis ha sido descartada por innecesaria y actualmente se considera incorrecta. Todos los dientes de los engranajes son triángulos equiláteros.
Reconstrucción por ordenador, en vista anterior y posterior, del mecanismo de Anticitera.© 2008 Tony Freeth, Images First Ltd. (Clic para ampliar)
Reconstrucción por ordenador, en vista anterior y posterior, del mecanismo de Anticitera completo en su caja, sin las puertas que lo cerraban y sólo con los textos recuperados.© 2008 Tony Freeth, Images First Ltd. (Clic para ampliar)
El propósito primario del mecanismo era mostrar diversos datos de índole astronómica en una serie de diales circulares o esferas (en el sentido relojero) situadas en la cara frontal y posterior, referidos a una fecha. Esta fecha se indicaba haciendo girar una manivela lateral, hoy perdida; la pieza con el orificio para introducirla se conserva. Había una esfera principal en la parte delantera y dos en la trasera, con otras más pequeñas en su interior.
La esfera frontal presenta dos escalas concéntricas. La exterior está indicada con los 365 días del calendario egipcio, basado en el ciclo sótico, que podía moverse para compensar el día bisiesto cada cuatro años. Cabe reseñar que el primer calendario grecorromano con años bisiestos, el juliano, no se instituyó hasta el 46 aC (aunque hubo un intento previo en Egipto, con el Decreto de Canopus, en el 238 aC; pero no tuvo éxito). El mecanismo de Anticitera precedería, pues, a este adelanto en varias décadas y puede que hasta un siglo.
Esquema general del mecanismo de Anticitera en vista superior. © 2008 Tony Freeth, Images First Ltd. (Clic para ampliar)
Dentro de esta primera escala en la esfera frontal, hay otra marcada con los signos griegos del zodíaco clásico y dividida en grados. En esta esfera frontal había al menos tres agujas, una para indicar la fecha seleccionada y otra para indicar la posición del Sol y la Luna respecto a los signos zodiacales helénicos. El indicador lunar está compensado para reflejar las irregularidades conocidas de la órbita de nuestro satélite; se supone que el solar tendría algún sistema parecido, pero si existió, ha desaparecido. En esta misma esfera frontal hay un indicador más para mostrar las fases de la Luna.
En las inscripciones en griego se hallan varias referencias sobre Venus y Marte, lo que ha conducido a algunos autores a afirmar que el mecanismo contendría una sección adicional –hoy perdida– para indicar la posición de estos astros e incluso de todos los cinco planetas que conocían los griegos mediante trenes sucesivos hasta un total de 72 engranajes. Conservarse, sólo se conserva un engranaje adicional de utilidad desconocida, desconectado de los demás; por ello, cabe considerar especulativa esta posibilidad.
La esfera frontal contiene también un parapegma, precursor de los almanaques modernos, que indicaba la salida y el ocultamiento de varias estrellas específicas indicadas mediante iniciales en griego. Parece haber referencias cruzadas a este respecto en las inscripciones grabadas por toda la máquina.
Por la cara posterior tenía dos esferas en vez de una, llamadas “alta” y “baja”. La alta tiene forma de espiral, con 47 marcas en cada vuelta hasta totalizar los 235 meses del ciclo metónico. El ciclo metónico de 6.940 días, que se estudió en Babilonia y constituye la base del posterior calendario hebreo, es una aproximación bastante exacta al múltiplo común de los ciclos del sol y de la luna: equivale más o menos a 19 años tropicales y 235 meses sinódicos a la vez. Metón el Ateniense observó este fenómeno ya en el siglo V aC –de ahí su nombre– e incluso describió una fórmula correcta para corregir la pequeña diferencia entre ambos, con lo que el mecanismo de Anticitera permite esta corrección. Sobre esta base, se pueden crear y ajustar calendarios lunisolares con gran facilidad. Dicho de otra manera: en un tiempo en que la mayoría del mundo aún estaba prácticamente en el Neolítico, con un mecanismo de Anticitera tú podías llegar a cualquier sitio y levantar un calendario en cuestión de horas.
Trenes de cálculo lunar de la máquina de Anticitera, vista posterior. Imagen base: © 2008 Tony Freeth, Images First Ltd (Clic para ampliar)
La esfera posterior baja está también dispuesta en forma espiral, con 223 divisiones para mostrar los meses del ciclo de Saros, originado en la cultura caldea. El ciclo de Saros es excepcionalmente interesante, pues equivale al tiempo transcurrido entre dos momentos en que el Sol y la Luna se encuentran en parecida posición con respecto a la Tierra, y por tanto entre ocurrencias del mismo eclipse. En combinación con el metónico, permite predecir los eclipses con bastante exactitud. Esta esfera posterior baja contiene además una aguja más pequeña que indica el exeligmos o triple Saros de 54 años, para corregir las imprecisiones del ciclo de Saros, dado que éste no es un número entero exacto sino que consta de 6.585 días y un tercio. Recientemente (2008), se ha descubierto también una esfera menor adicional que parece corresponder al ciclo calípico de 76 años, dividida en cuatro secciones con los nombres de los cuatro juegos panhelénicos (incluida la Olimpiada) más otros dos de menor importancia; uno de ellos permanece sin descifrar.
Así, el mecanismo de Anticitera resulta ser un pasmoso computador analógico, un autómata de la Antigüedad, que suma y aplica los conocimientos de toda la media luna donde se originó la civilización occidental (Grecia, Egipto, Levante, Mesopotamia). Esa es la clase de conocimiento desaparecido que se encontraba en lugares como la Biblioteca de Alejandría. Quien llevara consigo un mecanismo de Anticitera, estaba perfectamente ubicado en el tiempo con respecto al Sol, la Luna y las estrellas. Podía predecir las épocas de siembra y cosecha, los eclipses, las estaciones, practicar las formas de adivinación antigua (sí, lo que quieras, pero en aquella época era muy importante), todo. El mecanismo de Anticitera es un instrumento protocientífico avanzado, la herramienta perfecta para un astrólogo, un astrónomo, un astrofísico de la Antigüedad, como no volvió a ser posible hasta milenio y medio después. Con ese nivel de miniaturización, más aún. Y es único en el mundo: no se conoce ninguno más ni nada siquiera parecido. Ciertamente, no resulta nada raro que algunos lo consideren uno de esos oopart.
El contexto
Pero el mecanismo de Anticitera no es un oopart, por dos motivos. Primero, porque nadie ha encontrado jamás un oopart verdadero (¡ojalá!), y este no es una excepción. El segundo, y más importante, porque cuadra con la ciencia y la tecnología de más alto nivel disponible en el periodo, y además existen escritos de aquella época que se refieren a esta clase de aparatos. Por ejemplo, el contemporáneo Cicerón (106 – 43 aC) habla en su De re publica sobre dos dispositivos creados por por Arquímedes (287 – 212 aC) que parecen alguna especie de planetario de mesa por engranajes capaz de representar posiciones astronómicas y realizar predicciones en base a las mismas. Las máquinas de Ctesibio de Alejandría (285-222 aC) o Filón de Bizancio (280-220 aC) que culminarían en tiempos de Herón de Alejandría (10-70 dC) nos evocan una memoria casi perdida de objetos alimentados por medios mecánicos, neumáticos, hidráulicos e incluso a vapor; sistemas de cálculo analógico basados en el recuento de pasos de engranajes simples y compuestos; y toda una serie de autómatas elementales, entre muchas cosas más.
El indicador calípico de fechas para las festividades deportivas, entre ellas las Olimpiadas, identificado en el mecanismo de Anticitera por tomografía de rayos X. Imagen: © 2005 Antikythera Mechanism Research Project. (Clic para ampliar)
Reconstrucción de las inscripciones en el mecanismo de Anticitera, a partir de las imágenes obtenidas por tomografía de rayos X. Imagen: © 2005 Antikythera Mechanism Research Project. (Clic para ampliar)
Hizo falta un avanzado nivel teórico para concebir una máquina así. Pero también estaba disponible por aquel entonces, si bien vendría a equivaler al nivel de la física teórica que se encuentra hoy en día detrás de instrumentos como el LHC. Las partes más difíciles y complejas son el ciclo metónico y el calípico que eran bien conocidos en el periodo e incluso antes, procedentes de las culturas mesopotámicas. Se desarrollaron tras los tiempos de Hiparco de Nicea, más de un siglo tras Eratóstenes de Cirene o Aristarco de Samos; y mucho después que Pitágoras y Eudoxo de Cnidos. A principios del siglo I aC, las culturas del Mediterráneo Oriental y la helénica en particular sabían del movimiento cíclico de los astros, incluyendo la precesión de los equinoccios; conocían que era posible calcularlo matemáticamente; y eran capaces de construir mecanismos para hacerlo.
Así pues, el mecanismo de Anticitera está contextualizado en su periodo histórico y no contiene nada ni está sustentado en nada que no supieran los griegos antiguos. Por tanto, no estamos ante el habitual misterio barato de pacotilla, sino ante un instrumento científico de muy alta tecnología y extrema precisión, el equivalente clásico a una nave de espacio profundo en un tiempo donde tales preocupaciones eran aún más raras que en la actualidad. De hecho, por el momento no se ha encontrado ninguno más. Existen indicios muy fuertes para pensar que hubo más, aunque sólo sea porque su grado de desarrollo y acabado hace muy difícil pensar que se tratara del primer intento de construir un dispositivo así. Pero, muy lamentablemente, estos otros objetos se han disuelto en el tiempo. Los tristes restos del mecanismo de Anticitera parecen ser el superviviente único de un tiempo perdido, cuya singularidad va a la par con su sofisticación y extrañeza.
Alguien, viéndolo, podría decir: “¡pero si es sólo como un reloj viejo!”. Y sí, pero es algo muy parecido a un reloj mecánico moderno creado un milenio y medio antes de que aprendiéramos a hacer relojes mecánicos modernos. Ni el astrolabio mecánico de Al Biruni (aprox. 1000 dC), ni el reloj automático programable de Al Jazarí (también inventor del cigüeñal, aprox. 1200 dC), ni el reloj medieval de Wallingford fueron tan complejos y ni remotamente tan compactos. Hay que irse al reloj de De’Dondi (siglo XIV dC) para encontrar mecanismos tan complejos y prácticamente a la Edad Moderna para que sean al mismo tan pequeños y compactos. Es casi como si detectáramos ahora mismo, en una órbita alrededor del Sol, una nave espacial lanzada por los sinosudistas o alguien así el año en que nació Mahoma.
La interpretación
La interpretación práctica del mecanismo de Anticitera es extrema, extrema, extremadamente difícil porque, para empezar, ni sabemos de dónde salió, ni quién lo utilizaba, y no existe ninguna otra pieza ni remotamente parecida en el mundo entero para comparar. El hecho de haberlo hallado en un naufragio, perdido en tránsito, complica aún más las cosas porque no permite conocer el lugar en que se usaba habitualmente; a menos que se empleara como parte del equipo de navegación de a bordo (cosa poco probable: difícilmente un marino de su tiempo le habría hallado alguna utilidad inmediata) o fuera transportado por un pasajero en alguna clase de viaje de investigación (ve y pregunta a qué se dedicaban los ocupantes de un oscuro navío hundido dos mil cien años atrás…).
El llamado manual de instrucciones, grabado por todas partes en griego con pintas de koiné, no acaba de aportar luz al respecto. No es un verdadero manual de instrucciones en el sentido actual del término, sino más bien unos apéndices de referencia, dando por sentado que el usuario sabe para qué sirve la máquina y cómo utilizarla. Tiene toda la lógica: este objeto sólo tiene sentido en manos de un científico que lo entendiera o, como rareza, en el tesoro de un rey. El idioma en el que está escrito, más allá de vincularlo genéricamente a la cultura helénica, tampoco proporciona ningún dato en particular: el griego koiné era el “inglés” de su tiempo, una lingua franca de uso en todo el Mediterráneo, que aparece en objetos tan dispares como la piedra de Rosetta (Egipto, 196 aC) o el Nuevo Testamento (Asia Menor, aprox. 125 – 250 dC).
En todo caso, sin duda, se trata de un instumento científico-técnico portátil para la realización de cálculos astronómicos o astrofísicos elementales desarrollado en el contexto de la civilización grecorromana oriental en torno a principios del siglo I aC. Es un autómata, seguramente no-programable de ninguna manera práctica, construido en bronce y madera, con sistemas de cálculo, representación y alimentación basados en la ingeniería mecánica. Incluye tablas de operación y referencia. Entendido como máquina calculadora o computadora, estamos ante un ordenador analógico de la Antigüedad, creado a partir de los conocimientos teóricos más avanzados disponibles en el periodo.
Desde las profundidades del tiempo y el mar, silencioso en sus expositores del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, el mecanismo de Anticitera aún guarda muchos misterios de los de verdad y un mensaje inquietante para nosotros. Contiene una advertencia. Nos dice que el progreso no está garantizado. Nos recuerda que las sociedades pueden retroceder, como sucedió: mil años largos, oiga, hasta que alguien volviera a hacer algo parecido. Las sociedades que dejan de aspirar a la libertad de pensamiento, que renuncian al avance de la ciencia, de las artes y de las ideas, que se acomodan o refugian en sus valores tradicionales (que a menudo no lo son tanto) y en los cantos de sirena de la superstición… se estancan, retroceden y retrocederán. Entre el mecanismo de Anticitera y el reloj de De’Dondi, su inmediato sucesor, hubo 1.400 años de tinieblas. Si el modelo de civilización que creó esta computadora de la Antigüedad hubiera podido seguir adelante, ¿por dónde andaríamos hoy, ya?
PD: Se había comentado que la palabra “ISPANIA” aparecía en el mecanismo de Anticitera. El Dr. Freeth, del Antikythera Mechanism Research Project, me confirma que se trató de un error de interpretación y este nombre no se halla en el dispositivo.
http://www.lapizarradeyuri.com/2011/03/05/el-mecanismo-de-anticitera/
SÍNTESIS:
Tanto este tema como el anterior de los SIG, han sido los más complicados para mí en lo que llevamos de Máster. El tema de los SIG era debido a una falta de conceptos técnicos, (normal si no habías utilizado esta herramienta antes), subsanables con la práctica. Pero este tema ha sido debido a los conceptos más intelectuales. Creo que la intención del autor no ha llegado bien a los alumnos, no por el hecho de que no se desarrollen bien los contenidos, sino más bien por la falta de conocimientos en los lectores. Sin embargo, creo que con la documentación pedida se ha sacado provecho del tema.
Software nuevo:
Conceptos útiles:
Profesores: Dr. Juan Antonio Barceló
Universidad Autònoma de Barcelona
Software nuevo:
- K3DSurf: Programa de libre uso que utiliza descripciones paramétricas de modelos físicos.
- Surfer: Programa para visualizar superficies algebraicas reales, dadas como el lugar de los puntos en que se anula un polinomio en 3 variables.
- Landmark 3.6: Programa de uso libre desarrollado por el Institute for Data Analysis and Visualization de la Universidad de California-Davis.
Conceptos útiles:
- Visualización computacional en arqueología: Nos permite entender un objeto o lugar arqueológico mejor con objetiva observación a través de toda la información que la arqueología virtual nos ofrece. Nos sirve para entender la globalidad de las evidencias encontradas y sus contextos mediante análisis tipológicos, identificación de condicionantes, estrategias específicas de diseño, etc. Sin olvidar que no deja de ser una herramienta que ayuda a transmitir de una manera más eficaz una cuestión arqueológica concreta, (la visualización computacional en sí no resuelve ningún problema, sino que complementa la solución).
- Conocimiento teleológico: Es el conocimiento que nos ayuda a capturar el sentido intencional de la conducta mediante la investigación de la acción colectiva, dado que la actividad social no es relativa a un individuo, sino a un colectivo de individuos que interactúan
- Artefacto: Es un objeto elaborado con fines mecánicos y su diseño nos ayuda a determinar como fue utilizado en el pasado, la naturaleza de sus rasgos asignados, su apariencia, etc.
- Objeto: Puede ser todo lo que tenga materia y su caracterización viene dada por su uso e intención.
- Interfacie en arqueología estratigráfica: Las discontinuidades entre los diferentes estratos, es decir, la línea divisoria entre depósitos o , a la inversa, sus superficies. Hay dos tipos de interfacies, las constituidas or la superficie d elos estratos y las que son superficies a causa de la desaparición de una estratificación preexistente.
- Láser escáner 3D: instrumento más apropiado en la actualidad para codificar las 3 dimensiones de las cosas.
Profesores: Dr. Juan Antonio Barceló
Universidad Autònoma de Barcelona
Labels:Algoritmos Adaptativos,Arqueometría,Artefacto,Composición,Forma,Función,IA,Información No Visual,Métodos deductivos,Objeto,Redes Neuronales,Simulación Computacional,Tamaño,Texturas
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Los dos problemas principales que presentaban los proyectos de visualización del patrimonio eran: Que suponían un gran coste y que cualq...
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... l a documentación del patrimonio no e s un fin en sí mismo, sino que sirve como medio de transmisión de la información a usuarios ...
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... Una línea me nos seguida es la que yo llamo 'invisible', cuyo gran ideal es que el ordenador se convierta en algo ta n incor...
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Los SIG responden de manera idónea a los requerimientos básicos de la restauración arquitectónica, en tanto que dichos trabajos requier...
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La visualización asistida por ordenador trabaja de manera habitual reconstruyendo o recreando edificios, artefactos y entornos del pa...
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La didáctica del patrimonio debe investigar el diseño de imágenes fidedignas, impresionistas, de fuerza, comprensibles, que den pistas ...
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Un problema esencial en el tratamiento, conservación y recuperación del patrimonio histórico es la gestión de la documentación. ... Un...